Un grupo de cuervos canarios recibe el amanecer sobre los acantilados del noroeste de Tenerife. Posados sobre los restos de una antigua edificación, custodian la estrecha y sinuosa carretera de acceso al parque rural de Teno, un terreno abrupto y cortado que desciende hacia el océano y en el que emergen roques de una salvaje y desafiante belleza. Esta es una las partes más antiguas de la isla: se formó millones de años antes que el Teide, cuyo origen data de hace unos 170.000 años. El paso del tiempo, el mar y la erosión han creado una arquitectura natural única: “Es un paraje genuino, con una fisionomía totalmente diferente al resto de la isla”, apunta Judith Fernández, directora del parque.