La aventura de los largos trayectos, el hechizo de otros paisajes y otras gentes, el vuelo transoceánico, la navegación por extraños mares. Esa materia soñada de la que nace el gusto o la necesidad de viajar también puede, cuando las circunstancias nos limitan, dar sorpresas y descubrirnos otro mundo: el que está, por ejemplo, a tan solo 40 kilómetros de distancia de tu casa, a golpe de autobús y tren si uno no tiene coche, en la inmediatez de tu provincia o región. No hay ninguna en España que carezca de pueblos y parajes con encanto. Así que, a modo de experimento exploratorio, recientemente emprendimos un corto periplo que nos supo a gloria. Esta es, pues, la crónica de una excursión de dos días, en un Fiat 500 alquilado, por Las Vegas, no el famoso emporio de los casinos, sino la bella comarca sureste y fluvial de la Comunidad de Madrid.