A las orillas del Mare Nostrum se asoman 21 países de tres continentes. Países en principio tan dispares como Siria e Italia o como Túnez y Eslovenia. Sin embargo, cuando viajas por ellos percibes en el aire un espíritu común, un algo en el paisaje, en las costumbres, en el deleite de vivir en las terrazas al aire libre que los unifica. Y ese algo es la luz y el color del Mediterráneo, la herencia de Roma y de Atenas y de Cartago, la capa envolvente de un clima con cuatro estaciones bien marcadas de veranos plomizos, inviernos suaves, otoños melancólicos y primaveras exultantes.