El mundo cambió durante la mañana del 11 de septiembre de 2001 cuando cuatro aviones secuestrados por miembros de Al Qaeda fueron utilizados para atentar contra edificios simbólicos del poder de EE UU. Fueron 149 minutos de terror y caos que provocaron la muerte de 2.996 personas. Fue el mayor ataque en suelo estadounidense y cuyas consecuencias perduran, como lo demuestra la polémica salida de Afganistán, país invadido después de la tragedia para derrocar al régimen talibán que dio cobijo a Osama Bin Laden.