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Natalia Bolívar, la ‘crisis de las balsas’ y el milagro lechero de Ubre Blanca

El pasado 16 de septiembre cumplió 87 años en La Habana la etnóloga y escritora cubana Natalia Bolívar Aróstegui. Dueña de una historia y un humor muy especial, autora de una docena de libros de las religiones afrocubanas y protectora de mil anécdotas, muchas de ellas impublicables, en su cumpleaños Natalia recibió a sus amigos y convirtió la reunión en su apartamento de Miramar en una animada tertulia. Como siempre, Natalia regaló a los visitantes cuentos fabulosos de su vida, incluidos algunos de acciones armadas y torturas sufridas, pues, hay que recordar, Natalia fue una mujer de armas tomar: nacida en una familia de apellido aristocrático, estudió arte hasta que en los años cincuenta se sumó a la lucha insurreccional y pegó tiros contra Batista, pero no en el grupo de Fidel Castro sino en el del Directorio Revolucionario; durante años fue subdirectora del Museo Nacional de Bellas, pero por su carácter contestatario y su oposición a la venta de fondos de la institución fue castigada a limpiar tumbas en el cementerio y después a trabajar en la agricultura; tuvo varios esposos y numerosos amantes, a alguno de los cuales echó de casa a punta de pistola y hasta lo dejó cojo; creó el museo Napoleónico y después el Numismático, donde hizo brujería con sus amigos de la regla de Palo Monte para “neutralizar” a un ministro revolucionario que la había tomado con ella, y lo consiguió; en 1990, cuando todavía en su país ser religioso era un estigma, publico “Los orishas en Cuba”, un verdadero vademécum de la santería que fue un superventas y sorprendió a las autoridades.

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