¿Cuántas veces hemos pensado que los tomates que compramos en el súper ya no saben a tomates o que los huevos, aunque sean de gallinas criadas en libertad, no son como los que comíamos en el pueblo de los abuelos? Si eres un consumidor con algo de conciencia ecológica y eso de la sostenibilidad va contigo, tienes que saber que hay vida más allá de los espacios delicatessen de las grandes superficies. Consumir productos de proximidad, además de más sano y muchas veces más económico, es una manera de apoyar a las pequeñas explotaciones y, de paso, darse un capricho. Porque en casi todos estos proyectos prima la calidad y el amor por la tierra y las cosas bien hechas.