Un buen ejemplo de cuando la modestia de un proyecto vitivinícola alumbra resultados excelentes. Modestia por la ubicación del viñedo, en las empinadas laderas graníticas de Monforte de la Sierra, a casi 900 metros de altura; modestia porque modestas son las ocho variedades, tintas y blancas, que conviven mezcladas en la viña; modestia porque los creadores del proyecto, César Ruiz, Bosi Jiménez, Miquel Udina y Alberto Martín, no buscan el éxito empresarial ni el premio económico, sino reivindicar la idoneidad del terruño y la particularidad de las cepas ancestrales en las olvidadas tierras de la serranía salmantina. Solo por todo esto el vino merece la atención del crítico. Pero es que, además, el resultado es sorprendentemente bueno.