Existe un riesgo en banalizar ciertos discursos que afectan a los derechos humanos y las vidas de las personas, como aquellos que niegan las violencias machistas, sobre todo cuando se lanzan desde ámbitos públicos y con el altavoz de las redes sociales y los medios de comunicación. Cuando estos últimos tratan los discursos negacionistas al mismo nivel que los discursos sustentados por datos, información verificada y contrastada, hay un problema serio.