Ninguna de las subcuencas de la demarcación del Guadalquivir ha superado el umbral de “sequía meteorológica”, es decir, no ha habido escasez de precipitaciones y, sin embargo, la cuenca del Guadalquivir está declarada oficialmente “en sequía” desde el 2 de noviembre. El problema de la falta de agua no solo se debe a la disminución de las precipitaciones (agravada por la emergencia climática), sino a la mala gestión de los recursos hídricos y a la contaminación. En la cuenca del Guadalquivir se pretende justificar como “sequía” una situación de escasez hídrica provocada por los regadíos de uso intensivo (especialmente el olivar o cultivos tropicales como el aguacate o el mango)