Las primeras nevadas tapizan ya de un manto blanco las cumbres más altas de la provincia de Cáceres. A los pies de las montañas se extiende una tupida acuarela vegetal de intensos colores ocres y verdes. Contemplarlo desde el vehículo, conduciendo por las carreteras paisajísticas del norte, o hacerlo a pie, recorriendo sus innumerables caminos y senderos, es solo cuestión de gustos. En cualquier caso, el objetivo final es desterrar las prisas y gozar del privilegio que supone disfrutar de estos inmensos espacios al aire libre. No es casual que la Unesco haya reconocido parte del territorio cacereño por su extraordinaria riqueza natural.