El menú que degustamos en Noma hace algunos días me proporcionó sobrados motivos para la reflexión. Desde cualquier perspectiva, es una inmersión en algunos de los aspectos más sentidos de la naturaleza. Comenzamos paladeando una gelatina de sesos de reno y concluimos con un tuétano asado del mismo mamífero a modo de postre. Platos refinadamente rústicos, sutilmente primitivos e intencionadamente provocadores fruto de un estilo personal. Alta cocina y pensamiento. Del alfa al omega de las tundras y bosques de Escandinavia a través de uno de sus iconos. Pura gastronomía circular.