El verdadero carácter de Chipre se aprecia recorriendo, a pie o en coche, el macizo de Troödos, el mayor de los sistemas montañosos de la isla más oriental del Mediterráneo. Adentrarse en estos extensos bosques, donde habitan especies botánicas como el pino de Alepo, el ciprés, y los raros cedro de Chipre y encina dorada, es conectar con la parte más rural y tradicional de la isla. Con sus 1.952 metros de altura, el monte Olimpo, el más alto de Chipre, ejerce de gran vigía con vistas a los valles de Limassol, Larnaca y la gran llanura de Mesaorie. Los Troödos, que ocupan el centro y el oeste chipriotas, son el reverso de las playas turísticas y de las grandes ciudades de este rincón del Mediterráneo Oriental, cargado de historia y dividido, desde 1974, entre griegos y turcos. En invierno, los esquiadores y aficionados al snowboard se deslizan por las pistas de su vertiente norte, mientras que el resto del año, estas picudas montañas son perfectas para hacer pícnic, senderismo, observar aves o montar en bicicleta.