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Probar un elixir mágico, dormir en un castillo del siglo XVIII y otros atractivos de Normandía

Esta ruta comienza en la llamada Costa de Alabastro, en concreto en el sendero que sigue su contorno a vista de pájaro, al este de la localidad francesa de l’Étretat. El sol junto con las nubes va dibujando el paisaje que domina estos acantilados, grises a contraluz, increíblemente blancos iluminados por el sol o amarillos al atardecer. No es de extrañar que estos parajes hayan atraído a artistas de todas las disciplinas, no solo pintores, también compositores y escritores han encontrado inspiración en este rincón de Normandía: de Édouard Manet a Claude Debussy pasando por el poeta Guy de Maupassant. Al mirar hacia abajo, los rectos acantilados que a veces terminan en cuevas o arcos van a dar a playas de imposible acceso en días de mar furioso y marea alta. Podemos costear hasta Fécamp en un largo paseo de 17 kilómetros sin apenas desnivel. Allí es donde se encuentran los acantilados de mayor altura, y al ver a lo lejos un paseante sobre los valiosos cantos rodados o un kitesurf haciendo piruetas es cuando realmente se aprecia su enormidad.

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