La colegiata de Toro es uno de los más deliciosos ejemplos de transición entre el románico y el gótico. La joya de cualquier visita a la capital del vino zamorano. Tuvo muchas fases y arquitectos, pero lo que parece claro es que quien diseñó su planta tomó como modelo la catedral de Zamora. El cimborrio, la cúpula-torre que cubre el crucero, recuerda también a ella. El maestro debía conocer asimismo la catedral Vieja de Salamanca, de la que copió los pilares de tipo cisterciense.