Almere, la ciudad más joven de los Países Bajos, fue levantada a partir de 1975 en un pólder, la tierra ganada al mar. Desde entonces, se ha convertido en un centro de innovación urbana donde conviven casas de colores, diseños y materiales diversos, con abundantes parques, carriles bici y transporte público. Situada a unos 30 kilómetros al este de Ámsterdam, allí ha abierto este jueves Floriade, la mayor exposición internacional de horticultura. Organizada cada 10 años, en esta ocasión ofrece al visitante la posibilidad de explorar —hasta el próximo 9 de octubre— la ciudad sostenible del futuro. Lo hace sin metáforas, porque en el terreno que acoge los pabellones de una treintena de países se construirá luego un barrio. Un distrito con jardines, edificios en cuyas paredes se cultivan plantas, puentes que actúan como reservorios de agua de lluvia para facilitar el crecimiento de vegetación y flores en abundancia.