“Como no sé nada de cocina moderna, me dedico a actualizar las recetas antiguas”, me comentó Jordi Vilà con media sonrisa mientras dialogábamos sobre el menú que en calidad de cocinero invitado iba a servir poco después en el hotel rural Sant Joan De Binissaida, en la isla de Menorca. No era la primera vez que escuchaba una frase semejante por parte de Vilà, cocinero con mayúsculas, de formación académica, que siempre ha permanecido al margen de los rutilantes devaneos de la vanguardia. Confieso que su metódico trabajo en Alkimia, uno de los mejores restaurantes de Barcelona, y el desenfado con el que resuelve sus recetas de raíz popular en Al Kostat me entusiasman.