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Nadal, semifinalista y sufridor

Distanciada por tres filas de asientos y cinco metros, la pareja discute. Él le reclama a ella: aquí, aquí mejor. Pero ella niega y contragolpea: ¿pero acaso no ves que este sitio es mucho mejor? Y así durante cinco minutos, hasta que la niña ejerce de mediadora y por fin llega el consenso: ni uno ni otro, los tres a otro lado. Transcurre la noche en la pista de Nueva York a tirones, porque Rafael Nadal aprieta y después afloja, y entonces Diego Schwartzman, que tiene tenis a raudales en la raqueta, aprovecha el doble lapsus para entrar con todo y meterse de pleno en el partido. Sin mediación esta vez, la buena fortuna cae finalmente del lado del mallorquín, que abraza las semifinales de Nueva York (6-4, 7-5 y 6-2, en 2h 47m) y se dirige ya firme hacia donde las apuestas dicen que va a llegar, la final del domingo.

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