Fue en su presentación como nuevo jugador del Fútbol Club Barcelona cuando Samuel Eto’o dijo aquello de que correría “como un negro para vivir como un blanco”, una declaración de intenciones que aglutinaba dos de sus características más celebradas: el compromiso y el exceso. Porque si de Ronaldinho se recuerda siempre que devolvió la sonrisa a un club deprimido, de Eto’o bien podría decirse que tomó el Barça la lengua y el colmillo, tan necesarios cuando uno trata de construir un equipo pero también un relato. Mucho se habla de la dupla que consolidaron sobre el campo el brasileño y el africano, poco de la que construyeron antes las cámaras y los micrófonos el propio Eto’o y Joan Laporta: aquello fue como juntar en el mismo escenario a Dean Martin y a Tupac.