Hace un año, en la cocina de Nicolás Aubé, de 22 años, solo había un cubo de basura. El acto de separar basura no formaba parte de sus prioridades, por lo que reciclaba siempre y cuando no le supusiese una complicación. Todo cambió cuando aterrizó como becario en la empresa de cosmética vegetal Yves Rocher en Madrid. Junto a su mesa de oficina se encontró con un compañero inesperado: un cajón con tres cubos para los envases de plástico, de papel y cartón y la basura orgánica. Descubrió que en su nuevo lugar de trabajo, además de fomentarse el reciclaje, existía un comité (compuesto por 11 miembros de las diferentes áreas de negocio) para poner en marcha iniciativas que favoreciesen al medioambiente. Su día a día cambió. “A las dos semanas entré en el comité. Y ahora estoy más concienciado y reciclo. Coges las costumbres aquí y te las llevas a casa”, cuenta Aubé.