Cada vez menos, pero durante muchos años, cuando alguien me conocía, se extrañaba de que no fuera la Celia Blanco que ellos creían. Me resulta imposible encontrar una herramienta que me permita comprobar cuántas personas puede haber en España que se llamen como yo, nombre y apellido. Pero más de 122.000 compartimos lo segundo; no me creo que Celia sea infrecuente. Imagino que a cualquiera de ellas les debió de pasar lo que a mí. Con esta voz que traigo de serie, bastaba con que lo pidiera amablemente y obtenía las mejores y más discretas mesas en todos los restaurantes de Madrid. Sin embargo, el mérito no estaba en mi poder de seducción, sino en el de Cecilia Gessa, quien en el primer estallido de Internet en nuestras vidas, que no en nuestras manos, se convirtió en la actriz porno más famosa del país. Pasamos de ver las porno (codificadas) del Plus a una mujer de carne y hueso que además triunfaba en Crónicas Marcianas. Aquello fue inconmensurable.