Cuando Adam Driver (San Diego, 36 años) se sienta delante del periodista, uno piensa en dos dichos populares: “Tonterías, las justas” y “Al pan, pan; y al vino, vino”. Sonríe, cierto, pero con la mirada marca distancia. Su físico, muy contundente, le ayuda a imponer respeto. Reirá en algún momento, causando sorpresa en la audiencia. En las entrevistas con la prensa española durante la presentación en el festival de Cannes del año pasado de El hombre que mató a Don Quijote, dio muestra de su cintura. Cuando, durante la charla con tres periodistas, una reportera se levantó y se marchó, él, sin cambiar su tono monocorde ni el rostro serio, metió una morcilla en mitad de su frase: “…y entonces la actuación, eh, no parece que le gusten mis respuestas, se hace…”.