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La Palma, entre bosques, lava y sal

La llamada isla bonita es un monumento natural de armónicos y abruptos contrastes, de la húmeda arborescencia de su interior a su chasis volcánico, y playas de arena de lava molida. “Es el país más delicioso de cuantos hayamos encontrado en las islas de esta banda”, escribieron los primeros cronistas castellanos en el mismo 1492 que Colón pisó América. Con su amable aspecto de un corazón extendido, 706 kilómetros cuadrados de superficie y declarada en 2002 reserva de la biosfera, posee los volcanes más jóvenes (junto a El Hierro). Su escarpada franja central establece un perfecto díptico, forestal y volcánico, y orienta la distribución de sus municipios, que siguen la demarcación de los antiguos cantones aborígenes de Benahore (como llamaban estos a la isla), con proporcionada salida al mar. Tierra natal del diseñador Manolo Blahnik y del malogrado poeta Félix Francisco Casanova (fallecido a los 19 años), La Palma tienta con sus cónicos dulces de rapadura, el Carnaval de los Indianos y las fiestas de la Bajada de la Virgen de las Nieves, que vuelve en verano de 2020.

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