La reciente y violenta explosión de fenómenos de protesta en países como Chile, el resurgir de líderes que, como el brasileño Jair Bolsonaro, no esconden sus tendencias autoritarias, o el retorno del golpe como instrumento de desahogo del impasse político, como en Bolivia, muestran una América Latina polarizada y sacudida por profundas tensiones sociales y económicas. Las distintas presiones que encaran los regímenes políticos de la región amenazan los avances que, en términos sociales y de calidad democrática, había experimentado un número importante de países latinoamericanos a lo largo de las últimas tres décadas.