La otra tarde, al despedirme de una amiga en su casa, me ofreció una bolsa llena de cosméticos casi sin estrenar. “¿Los quieres?”, me preguntó. “Yo no voy a usarlos. Les he pasado la app y son muy cancerígenos. A lo mejor tú no has empezado con esto y todavía te da igual.” Tenía razón, yo todavía no había empezado con eso. Pero no quise aceptarlos, aunque estaba segura de que eran productos caros y en un día no muy remoto, atrás en el tiempo, a mi amiga le parecieron muy buenos. Me volví a casa taciturna. ¿Cuánto más quiero saber de este mundo ruin?