En torno al cambio climático hay un puñado de incertidumbres -¿será suficiente el empuje de las generaciones más jóvenes contra esta emergencia para una toma de conciencia global? ¿llega a tiempo el aumento de la concienciación social? ¿hasta qué punto es la evolución tecnológica un aliado en la batalla?- y una certeza: cada minuto que pasa sin tomar medidas drásticas es una oportunidad perdida. La semana pasada se conocía que 2019 fue el segundo año más cálido a escala global desde que hay registros -a muy poca distancia de 2016- y el más caluroso en Europa. Y este jueves McKinsey -una de las mayores consultoras de negocio del mundo que trabaja con grandes corporaciones- llama a empresas, bancos y aseguradoras a incorporar el riesgo climático en sus tomas de decisiones, y pone negro sobre blanco los riesgos económicos que entraña este fenómeno causado por la mano del hombre: disrupciones en los sistemas alimentarios que desembocarán en precios más altos; daños sobre la propiedad, infraestructuras y cadenas de suministro; menos horas trabajadas al aire libre por el calor y menor disponibilidad de seguros, con primas más caras.