En una refinería situada justamente a la salida del principal aeropuerto de Uganda, los trabajadores introducen barras de oro en bolsas de plástico transparente selladas con una pegatina de la bandera nacional y el rótulo Tesoro de los ugandeses. Este país produce poco oro propio. Alain Goetz, que estableció la refinería, cuenta que al etiquetar material extranjero como ugandés, la empresa no hace más que imitar a otros: los suizos, por ejemplo, no extraen lo que luego se refina en Suiza.