Tercera y, quizás (o no), antepenúltima entrega del desahogo contra las fake que nos coló el equipo de la alcaldesa Botella a los madrileños con el numerito circense de la tumba de Cervantes. La única manera de tapar el derroche con las performances para conseguir sus delirantes proyectos olímpicos y sus fullerías para que los pisos destinados a los pobres acabaran en manos de los ricos, fue fabricar una noticia de pretendida y fallida repercusión mundial.