La hija pequeña de Raniero III y Grace Kelly nació en un palacio, se bautizó con un vestido diseñado en exclusiva por Dior, tiene el tratamiento de Alteza Serenísima y posee un escudo real propio, pero siempre ha sido la princesa díscola de Mónaco. Estefanía ha vivido “varias vidas en una sola”, como ella misma dice, al margen del protocolo, como cantante, modelo, artista de circo o diseñadora de trajes de baño. Hasta que se cansó de ser la nota discordante de la familia. Este sábado cumple 55 años apartada de los focos, con un perfil discreto, después de haber cedido el protagonismo a sus tres hijos, mucho más reservados de lo que fue ella en su juventud, y a la sombra de sus hermanos, Carolina y el príncipe Alberto, por decisión propia.