Gillian Anderson (Chicago, 1968) tenía 25 años cuando pasó de total desconocida a estrella de la televisión gracias al papel de la descreída agente especial del FBI Dana Scully en Expediente X. La mítica serie de ciencia ficción se convirtió en el tipo de fenómeno cultural que provoca que los paparazi empiecen a seguirte y que los fans más entregados se hagan tatuajes con tu cara. Incluso desencadenó el llamado “efecto Scully”, ratificado por un estudio de 2018 que sostenía que toda una generación de mujeres científicas tomaron a Scully como modelo a la hora de elegir carrera. Pero la actriz que la interpretó también podría haber inspirado un “efecto Anderson”. Ganadora del Emmy y del Globo de Oro, esta estadounidense de nacimiento y británica de adopción (pasó la niñez en Londres y vive allí desde hace años), ha brillado en la televisión, el teatro y, en menor medida, el cine. Y, por algún fenómeno paranormal de los que fascinarían al agente Mulder, parece que, cuantos más años cumple, más trabaja. Algo que en su industria está lejos de ser lo habitual.