Cuando poco después de entrar la luminosa tienda de Zubi, en Zurbano, 22, sus propietarias, Elena y Mercedes Zubizarreta, acompañan al visitante hasta la planta inferior, estudio, taller y epicentro neuronal de la marca, la sensación es de un cierto poder. De sentirse un privilegiado. De entrar al corazón del universo en el que se idean y fabrican sus famosos bolsos estampados. Pero cuando empiezan a contar la cantidad de cosas que se hacen allí, de planes que se pergeñan y de amigos que pasan, a uno se le pasan las mariposas. Pero se le vienen las ganas de saber.