A lo largo del día, tanto niños como adultos utilizamos nombres de emociones concretas para referirnos a cómo nos sentimos: “me da mucho miedo la entrevista de mañana”, “Guille está muy triste desde que murió su padre”, “David tiene celos de su hermanita pequeña” o “me enfadé mucho cuando me enteré de que no contaron conmigo para salir a cenar”. Son muchas las emociones que nombramos pero, ¿realmente somos conscientes de qué mensaje nos quieren transmitir cada una de ellas? Cuando experimentamos una emoción se activa una zona del cerebro que se llama sistema límbico, y en concreto, las amígdalas cerebrales, que podríamos decir que son los centros cerebrales de la emoción. Las amígdalas cerebrales se encuentran en una región del cerebro que es automática, involuntaria e inconsciente, por lo que cada vez que sentimos una emoción no solemos ser conscientes de ella, salvo que hagamos un ejercicio de consciencia.