El estado de Ceará, donde viven casi nueve millones de brasileños, es uno de los más violentos del país con 12 asesinados al día. Pero una huelga ilegal de policías militares ha empeorado la situación porque en los ocho días que llevan amotinados en cuarteles han muerto violentamente 170 personas, 21 al día. Es la consecuencia más grave de una insubordinación de los agentes en demanda de una subida salarial, que además ha coincidido con el Carnaval, uno de los momentos más esperados del año por cualquier brasileño. Esta protesta policial —un fenómeno cíclico en Brasil pese a ser ilegal— llevó al presidente, Jair Bolsonaro, de extrema derecha, a ordenar el despliegue del Ejército y de la Fuerza Nacional para patrullar las calles.