Con la preocupación por el coronavirus, que crece, y por la economía, que tiembla, el jeroglífico catalán sonaba ayer como algo extraño y extemporáneo, como un disco rallado
Con la preocupación por el coronavirus, que crece, y por la economía, que tiembla, el jeroglífico catalán sonaba ayer como algo extraño y extemporáneo, como un disco rallado