El lunes pasado el presidente argentino, Alberto Fernández, le pidió perdón a una madre de desaparecidos. Fernández había destacado unos días antes que, dado el paso del tiempo, a ningún militar en actividad se le puede reprochar haber participado de la represión de los años setenta y, por eso, sostuvo que era hora de “dar vuelta la página”. Nora Cortiñas, una de las dirigentes históricas de las Madres de Plaza de Mayo se sintió ofendida y lo llamó “negacionista”. “El Presidente será un buen abogado pero nunca estuvo comprometido con los derechos humanos”, dijo. Entonces, Fernandez pidió disculpas ante la posibilidad de que sus palabras hubieran herido la sensibilidad de las víctimas. Todo terminó bien: Cortiñas dijo que no volverá a tratarlo de esa manera y otras madres de desaparecidos respaldaron al presidente. Pero el episodio es muy revelador del tipo de liderazgo que ejerce Alberto Fernández, un peronista realmente muy raro.