La dolarización de facto de Venezuela ha alentado en las últimas semanas una reactivación del consumo que proyecta una sensación de falsa normalidad en el comercio. Las operaciones en divisas extranjeras suponen ya al menos dos terceras partes del total, según varias estimaciones del sector financiero. Y Nicolás Maduro, asfixiado por la desbocada hiperinflación del bolívar y las sanciones, ha dado un giro a su política, optando por permitir la circulación no regulada de dólares en busca de un balón de oxígeno.