La sospecha que planeaba desde hace más de 50 años se ha convertido en una certeza. Los servicios secretos estadounidenses y alemanes han escuchado e interceptado las comunicaciones de más de 120 países, utilizando el duplicado de las llaves de las máquinas de cifrado vendidas por la empresa Crypto AG. Es más, la propiedad de la empresa suiza, con sede en Zug, ha estado controlada en secreto por el BND alemán y hasta 2018 por la CIA, su homólogo estadounidense. Un consorcio de periodistas de investigación de SRF Rundschau, de la televisión alemana ZDF y de The Washington Post revelaba estos secretos a principios de febrero. Han sacado a la luz nuevos documentos que demuestran hechos que hasta hoy solo eran sospechas. Las investigaciones parlamentarias en curso dirán lo que sabía el Consejo Federal… o lo que no quería saber.