En el ajedrez las figuras están subordinadas a la estrategia de uno y otro lado del tablero. Toda la suerte que corran dependerá, a partes iguales, del acierto de la cabeza que las manipula a su antojo, y de las posibilidades de cada pieza para saltar de una casilla a otra en función de unas normas. Hasta aquí todos conocemos y disfrutamos de este juego de estrategia sin ningún sobresalto adicional. Sin embargo, cuando se descubre que un gran número de refugiados se desplaza, por maquinaciones y problemas políticos, hacia una red de alambre de espino en la frontera turco-griega, la reacción más templada es quedarse helado. Urge un plan común de la Unión Europea que ponga las vidas humanas al resguardo de cualquier forma de presión migratoria.