La primera cita recuerda a una entrevista de trabajo: queremos obtener toda la información posible de la persona que aspira a ocupar la vacante de nuestro corazón, o de nuestra cama. Tanto es así que, en vez de dejarnos llevar por la velada y disfrutar del momento, acabamos presentando una especie de cuestionario diseñado para detectar los puntos fuertes y las taras del candidato. No faltan preguntas sobre el pasado sexual, como ¿has tenido alguna pareja estable? ¿por qué fallaron tus últimas relaciones? Y el punto culminante de la vergüenza: ¿con cuántas personas te has acostado?