Otro icono cultural de Manhattan acaba de cerrar sus puertas para siempre. Barneys, los grandes almacenes símbolo de la sofisticación neoyorquina, morían este febrero engullidos por las ventas por internet y la subida de los precios de los alquileres, tras declararse en quiebra el pasado mes de agosto. No solo desaparece uno de los primeros templos del consumo de masas. Su clausura supone el fin de la era de los escaparates que pusieron el arte contemporáneo ante los ojos de los transeúntes antes de que entrara en los museos.