El señor Dahko, de 72 años, pelo canoso y piel curtida, da las últimas puntadas a un par de zapatos que arregla sentado en una silla de plástico, frente a un pequeño puesto callejero que es su lugar de trabajo desde hace casi cinco décadas. “Toda mi vida he sido zapatero. Haciendo esto gano entre 80 y 100 cehdis a la semana (alrededor de 15 euros), aunque a veces, cuando vienen muchos clientes, puedo conseguir un poco más”, afirma. Dahko vive en Accra, la capital de Ghana, un país de algo más de 28 millones de habitantes situado en el golfo de Guinea, en el África Occidental. “No sé… Creo que el coronavirus es peligroso porque se propaga rápido. Eso es lo que dicen en la televisión. Pero pienso que no va a ser un problema grande aquí, en Ghana”, dice.