Es difícil calibrar ahora hasta qué punto la COVID-19 va a transformar los fundamentos con los que hemos venido operando hasta este momento. Lo que sí sabemos es que la devastación de la epidemia es cierta, que la respuesta implicará un esfuerzo de envergadura posbélica y que el impacto será percibido de manera muy diferente de acuerdo con el lugar geográfico y social que ocupamos cada uno.