Cuando Lina Bo desembarcó en São Paulo con su marido, el galerista Pietro Bardi, era una joven burguesa italiana con poca conciencia de estar huyendo del fascismo. Su arquitectura era deudora de la modernidad cubista europea y de la información aparecida en la revista Domus, para la que trabajó. Por eso la maravillosa casa que construyó en Morumbi –una antigua zona de consulados convertida hoy en vecina de la mayor favela del mundo: Paraisópolis, que es también un barrio de clase media– la famosa Casa de Vidrio tendría, con el tiempo, muy poco que ver con la arquitectura que conseguiría para Bo Bardi un nombre en la historia de la arquitectura.