Hay que recordar ahora que en el momento en que estalló la emergencia sanitaria en la que nos encontramos, el mundo estaba inmerso, y lo sigue estando, en otra emergencia: la climática. Hay que recordar también que la mayor parte del mundo se mostraba entre escéptico e indiferente en relación con esa emergencia. La conducta de los humanos ya la conocemos, hasta que la gangrena no amenaza seriamente la vida, no se decide amputar. Un mal remedio, doloroso y tardío. Así que apareció el virus, ha puesto en evidencia nuestra vulnerabilidad, y lo urgente ha eclipsado todo lo demás. Cuando se haya solucionado lo urgente, ojalá que sea pronto, lo importante seguirá ahí, y me temo que seguiremos sin escuchar lo que ambas emergencias nos están gritando: que no somos los dueños de la naturaleza, sino que formamos parte de ella.