La OMS señalaba en 2018 que “hay una necesidad no satisfecha de invertir más en la preparación para grandes epidemias y pandemias”. Y la comunidad científica lleva tiempo advirtiendo de que, en nuestra situación de emergencia climática, nos espera un escenario igual o peor que el que estamos viviendo. La situación actual no es un hecho coyuntural sino estructural, producto de un modelo socioeconómico intrínsecamente frágil, donde la inseguridad global aflora con gran facilidad.