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No seremos mejores después de esto

Para ser mejores se necesita, primero, reconocer que somos unos gilipollas. Cosa que no hemos hecho o por lo menos no como auténtico acto de contrición. Digo, en una de esas nos ha entrado el no deberíamos de consumir tanto o un miren cómo tratamos a flora y fauna o un brevísimo lamento porque hemos atizado polarizaciones. Reflexiones así, más bien efímeras. Pero un mea culpa frente a dioses, mundo y Partenón… pues tampoco. Luego, para eso de ser mejores se necesita energía que permita corregir, reinventarse. Y yo nos noto a todos, desde el confinamiento, más bien con ganas de que se abran las puertas para salir corriendo y tomar el coche y regresar al restaurante añorado y volver a tomar el coche y no ver a la familia un buen rato porque ya la vimos mucho y volver a tomar el coche y si no lo tenemos pues cosa de comprarlo para tomar el coche y salir a la fiesta y a las tiendas y a donde sea que nos lleve el coche que tomaremos. Todo así muy rápido y sin pensarle demasiado. Como cuando de pequeños, en vacaciones, pasaba el toque de queda maternal tras la comida y, hecha la digestión, te dejaban y corrías y brincabas a la alberca y te zambullías sin saber siquiera si querías meterte al agua en ese momento.Para ser mejores se necesita, en resumen, reconocer que hoy somos peores. Y eso no te lo da virus alguno. La tarea del bicho es ponerte contra las cuerdas. Pero ponerte frente al espejo, ponernos frente al espejo, nos toca a nosotros. Y eso es tan doloroso, que tal vez mejor compramos otro coche para huir de nuestra propia conciencia.

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