Cuando Antonio Villalón era apenas un zagal de tres añitos, un carnero le dio una embestida tan fuerte que le dejó “panza arriba”. Ni por esas, a este gaditano de Setenil de las Bodegas se le quitaron las ganas de tener un rebaño de ovejas. En cuanto pudo, se hizo “pastor por afición”. Y ahora, él y sus perros Tarugo y Chico pueden presumir de nuevo oficio: responsables de una brigada municipal de ovejas jardineras. Desde el pasado 26 de abril, los 200 ovinos de Villalón desbrozan y limpian los jardines urbanos de su pueblecito, bajo la atenta mirada de parte de los 2.700 vecinos a los que, de paso, también ameniza el confinamiento por la crisis del coronavirus.