Cuando Alfonsina Storni fue en busca de la muerte, en una madrugada de octubre de 1938, a sus 46 años, adelantándose al avance de la enfermedad y del desasosiego, había dejado seleccionada la antología definitiva de su obra. La muerte fue vislumbrada en varios pasajes de sus versos, como en los mordaces endecasílabos de ‘Epitafio’ (“Como es mujer grabó en la sepultura / una mentira aún: la de su hartura”) o, con precisión asombrosa sobre las circunstancias de su suicidio en Mar del Plata, en los melancólicos alejandrinos de ‘Silencio’: “Y que he de deshacerme en calma lenta y suma / como en la playa de oro se deshace la espuma”.