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Cuando el coronavirus da menos miedo menos que el hambre

Rachida se mueve arriba y abajo del camino polvoriento en bata y pantuflas, un outfit de estar por casa. Y es que está en casa, aunque cueste llamar así a esta esquina polvorienta del mundo, el asentamiento almeriense de La Fuentecica. Es apenas un pasillo del campo de Níjar, una de las huertas de España, con más de 5.000 hectáreas dedicadas a la producción de frutas y verduras. Para hacerse una idea, imaginen un Benidorm y medio de cultivo intensivo. No se ve, pero dentro de esas carpas como de experimentos a gran escala hay tomates, pimientos, berenjenas y sandías. Es como si todos los iconos del WhatsApp salieran de aquí, hasta alcanzar una producción hortícola de más de 580.000 toneladas anuales. Pero hay hambre en medio de tanta comida.

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