Irrelevante, nimio, trivial. Ese es el efecto que está teniendo la reducción de gases contaminantes (fundamentalmente, de los coches y la industria) en el calentamiento global. Aquellos que vociferan que el nuevo coronavirus ha dado un respiro al planeta, como se supone que prueba un cielo azul claro pocas veces visto en urbes contaminadas, están mezclando conceptos, como el de calidad del aire y cambio climático. “El primero tiene que ver con emisiones que en las ciudades provienen, sobre todo, del tráfico. Ahí sí veremos beneficios en la salud a corto plazo, pues se han reducido mucho por el confinamiento. Pero, si me hablas de cambio climático, lo importante es el CO2, cuyas emisiones apenas han descendido a nivel mundial”, explica Julio Díaz Jiménez, científico titular en la Escuela Nacional de Sanidad en el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).