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Qué perdemos cuando dejamos de tocarnos

Tres allegados. Son los asistentes a entierros que se permitían en la España de la covid-19 antes de la fase 1. Todos debidamente distanciados entre sí. “Es uno de los lamentos que más nos están llegando: la pena por la falta de contacto físico en las despedidas de familiares”, comenta Isabel Aranda, doctora en Psicología y vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Ni un roce, ni un abrazo, ni un tímido apretón en la muñeca: solo un metro y medio de vacío.

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